Con esta nueva óptica de Cinco horas con Mario, el compositor Jorge Grundman sostiene una tensión que se estira y recoge durante casi dos horas en los que el espectador no se puede desconectar. Tiene una estructura musical consonante, similar a la de la “Pavana para una infanta difunta”, de Maurice Ravel, en la que están presentes pocos metales, cuerdas y algo de percusión además de la soprano y el coro. En la ópera el personaje de Mario presenta un desafío e interpela, demostrando que desde el silencio también se grita. Así, Grundman presenta su perspectiva no tanto desde el instante en que se escribió la obra original, sino desde la contemporaneidad del momento en que se va a estrenar la ópera y esa lectura periférica, y tan curiosamente fiel al espíritu de la novela, fue lo que enamoró a la familia del novelista, así como a la gran Carmen Balcells.